«Gotángel» de Sebastián Jorgi.

Graciela Licciardi

Sebastián Jorgi en Gotángel nos trae a Barracas y a todos los lugares de pertenencia como La Banderita, La Yumba, el Buen Tallarín, el Tuñón, la Iglesia San Felicitas, Los Campeones, El Progreso, Los sanjuaninos, El Pensamiento.

La marcada evocación a Eduardo Arolas, el ángel que aparece en ocasiones especiales, en diciembre, es ese espíritu que ejerce en la novela una suerte de enigma que, aunque sobre el final devela ciertos conceptos sobre el mismo, de todos modos no termina de resolverse.

Los personajes principales como la renguita Carlota, la Nelly, Remigio Beltrán el Almirante, el Tente, el guapo Calavera, Alfanito, el ñato Améndola, el colorado Gavigliany, el taita Pulleiro, Alberto Lander, Marco el poeta, el cantante Hugo Kelly son los antihéroes de ese barrio, Barracas que Jorgi pinta con pinceladas de nostalgia y los envuelve en un clima de ensoñación. Cada uno en su papel desborda ternura y melancolía.

Otros personajes típicos de un barrio se pasearán por la novela: Doña Cata, Don Tonino, Cirilo, Don Pablo, Don Gregorio el panadero, entre otros, y ellos nos van dejando la sensación de un pasado que a cualquier lector sensible remonta a su barrio de origen.

El autor nos pasea constantemente por las calles que nombra y son historia: Pinzón, Vieytes y Suárez, Iriarte, Hornos y Brandsen, Montes de Oca, Olavarría, Herrera, Hornos y Caseros, Aristóbulo del Valle y con la cita de fábricas y comercios de esa época: Bagley, El Águila, Noel, Medias París, nos sitúa en tiempo y espacio, entre el esplendor y la pobreza, entre las emociones que se apoderan de nuestro sentir.

La mención de figuras relevantes como Alfredo Palacios, César tiempo, Joaquín Gómez Bas, Hugo del Carril, Enrique Puccia, el Almirante Brown, muestran la genuina intención del autor de temporalizar una época de gran riqueza cultural.

La escena barraqueña, como Sebastián Jorgi la llama, con ese lenguaje del alma, es descripta con minuciosa misericordia. Acentúo esto porque Jorgi rescata a los personajes de la chatura y mediocridad, les otorga carnadura en los sueños y frustraciones que ellos viven, los describe con olor a Riachuelo, con vaho de bizcochos, galletitas y pizza, pisando los adoquines de esas calles y a la vez los rescata como auténticos lectores de buenos libros y obras de teatro.

Jorgi utiliza, como es esperable en una novela con sabor a tango, el lunfardo. Frases como: te colgó la galleta, otro piola que te labura para el chorizo, se tomó el piro, entre otras circularan a lo largo de la novela creando ese clima canyengue que la distingue.

Sin embargo el autor encuentra además de este paisaje pintoresco la excusa inevitable de todo buen narrador que es la de hablar de la escritura dentro de la narración cuando se torna poético y escribe por ejemplo que: “la vida tiene bifurcaciones y rupturas involuntarias” es entonces cuando el autor rompe con la novela costumbrista y realiza una metáfora al hablar de “pretendidas correcciones de estilo, retoques y alargamientos, habla de “una excusa literaria, poética, sin argumento” o de “la maña literaria del invento”.

El autor escribe “el mundo es una fantástica realidad” y todos los personajes de Gotángel circulan alrededor de esta sentencia, la novela es cinematográfica, podemos palpar el corazón de los seres que la habitan con sus sueños misericordiosos, con encuentros y desarraigos, donde el alter ego del autor se empeña en simbolizar en la renguera de Carlota la tremenda soledad del ser humano.

A mi entender esta es la verdadera historia de Gotángel una novela que descarna la vida de los personajes de un barrio que era de una forma en cierto tiempo y al que el “progreso” ha querido transformar, pero ellos, aunque ya no fueran los mismos, rememoran un pasado que los contiene.

Un poético final nos instala el pedido de auxilio de esa realidad que acusia, la soledad, la melancolía, la resistencia al desarraigo, sin embargo el duende blanco persiste, con una música de tango que arrulla desde un fueye, donde Carlota sigue buscando su destino, Carlota que puede ser cualquiera de nosotros, y donde el autor expresa: “no importan el tiempo ni los tiempos verbales ni la realidad del cuando”, “así es la vida” y Gotángel nos cautiva.