La coartada imperfecta/Sebastián Jorgi

Sebastián Jorgi

Qué problema sostener el cuerpo al paso del tiempo y más difícil será describirlos al compás de la escritura. Porque esto es lo que ensaya, experimenta, digamos, Graciela Licciardi, en estos tramos narrativos—estilísticamente cuentos, piezas cortas, mini-impresiones para escribir y escribir… Escribir con qué ? Tal es la cuestión ya que la novedad en este campo de coartadas no tan perfectas…me dije al avance de la lectura que Graciela Licciardi escribe con el cuerpo.

Sí: de pronto se despoja y organiza una catarsis, en medio de ironías y espasmos de humor. Se divierte Graciela Licciardi con los juegos sexuales, como en Información, donde la jerga—cada uno hace lo suyo y stop—en síntesis el goce y el género femenino queda muy satisfecho, aleluya, me dije.  Claro que en medio del humor y la catarsis, Graciela Licciardi se trae algún personaje anómalo como Rosita, que colecciona frascos de vidrio. Caramba. Cierto macabrismo, como el caso del séptimo hijo varón que se llama Ernesto, cuyo final será dramático. Y qué decir de esa tarde, un paseo por San Telmo, por Av. De Mayo, el colectivo 7, el polaco Goyeneche. Graciela capta la esencia tanguera, el dolor de ya no ser. Notable recurso en Como en esa tarde, donde el interlocutor catapultado por la primera persona narradora—un tal Luis—no será más que una argucia estilística para desencadenar una suerte de monólogo Porteño.

Yo Localizador es otra pieza en las que Licciardi se las trae : la colación gramatical, el recurso literario, el punto de vista, el profesor de la barba muy sapiente, todo está ironizado, porque de pronto el interlocutor será usted o yo, el que también escribe o el que está leyendo el cuento. El recurso de presencialidad, de compactación entre el tiempo de escritura y el tiempo de lectura, es festejable porque se constata la imaginación y la busca de originalidad en Graciela. A esta altura me es imposible obviar la opinión de Fernando Sánchez Zinny, en la carta-prólogo de La Coartada Imperfecta :”Inventora de historias, fabricante de ejemplos, discernidora de enseñanzas y moralejas edificantes, nada verdadero hay en torno suyo sino la soledad y el desasosiego” Me dije—porque me detuve en esta aproximación de Fernando

Envidiable acierto con respecto a la actitud creadora de Licciardi, ..un acierto filosófico, que me aclaró ese otro costado de Graciela, el de la soledad creadora y el desasosiego frente a un mundo cotidiano roto, hasta un prisma piadoso que me hizo acordar a Gabriel Marcel en sus cuestiones humanas. Y hay que decirlo, destacar la urdimbre poética—también lo marca Fernando—líneas de poesía en las que pueden deslindarse hilos  reflexivos sobre la vida cotidiana. Es que la observación es parte, pienso, origen, arco, para lanzar luego una catarsis ensamblando inteligentemente lo descriptivo y el reflejo interno de la mirada, el ojo adentro de la traviesa narradora.

Decía Husserl en sus Investigaciones Lógicas :”No hay gradación capaz de establecer términos medios entre lo ideal y lo real”. Esta aproximación me viene a cuento—mejor dicho, a los cuentos de Graciela— que a uno lo vapulean entre lo que es y lo que puede ser o simplemente en lo que nunca será y está-estamos esperando, acaso- ahí, en la lucubración fantasiosa de una muchacha que juega con nosotros y que nos cuenta acaso lo que no existe como real, pero sí como fluir de su conciencia. Un espejismo fenomenológico.

El cuento que da título al libro, La Coartada Imperfecta, arranca con una apelación a una primera persona plural, “porque somos nosotros, esos hombres y mujeres, esos héroes cotidianos que sobrevivimos en esta vida, te escribo y espero que no vayas a pensar que estoy loca cuando escribo lo que escribo. Vos y yo somos salidos de la ficción, no hay programa que valga…” La apelación  va esbozando una pieza monologal en el que GL hace alarde del manejo dramático no sólo en el aspecto formal, que domina con soltura, sino que va invadiendo espacios donde la intimidad se desborda en espasmos reflexivos. Cierta ironía, en el intento de llegar a un “lector avezado como vos”. Pero la narradora se imposta y se confiesa, “padezco de la dureza de la burguesía”. ¿ Lenguaje cifrado desde la intimidad de la personaje que cuenta ?  Es posible, aunque el lector será la coartada imperfecta, “alguien que lee algo que otro ha escrito, abstraído de la mediocridad, un héroe cotidiano”

Quiero decir, que GL escribe y se reescribe, manejando al lector-interlocutor a sus anchas, como quien dice, va y viene con sus argumentos, se cuestiona y sigue convocando a un potencial lector, que también será incluído hasta la última palabra del cuento. El lector es como un puchinball, que no habrá de reaccionar ante los golpes desconcertantes de un metalenguaje, un ida y vuelta continuo. Caramba, qué mano, me digo y les digo.

Pero ojo : “el tiempo en el que escribo es un trapo sucio que me refriega la cara”, leemos al final de Cuerpo de Mujer, una confesión de parte quizá para que  tengamos en cuenta no sólo el estado de ánimo de la escritora, sino también ese tiempo contenido en esta época tan conflictiva, un tiempo que vivimos de crisis. Pese a todo, decís, Graciela, “hay tanto para decir”. Espero, esperamos, que nos sigas diciendo todo ese “tanto”, que irá desplegando toda tu fantasía creadora y regalando esa trama- lenguaje de subyacencias poéticas, amalgamadas sutilmente en  tus historias.

“Enfermedad y genialidad se entremezclan en ella, que nadería y drama, que exaltación y lucidez son una sola y única cosa en la conciencia de esta mujer acosada y huyente, en la que por alguna razón, sin duda profunda aunque inalcanzable, se está repitiendo – a su manera y en su transitoria piel – la pasión de los elegidos”, dijo de Graciela Licciardi, Fernando Sánchez Zinny en el acto de presentación de sus libros “La Coartada Imperfecta” y “Luz de Fondo”. Poemario este último donde homenajea a varios poetas ( entre ellos a esta cronista) utilizando un acápite de cada uno de ellos, para desarrollar un poema.

El acto, que se llevó a cabo en la Casa de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, antiguo salón de actos, fiestas y bailes del diario La Prensa, que hiciera construir en l869 el dueño de este matutino, José C. Paz, aunó a escritores, plásticos y diversas personas de sensibilidad artística que acudieron al llamado de esta inefable mujer que pedía en su tarjeta de invitación “ Hágase un momentito, hermano, y acompáñeme …”.

Además de Sánchez Zinny, periodista, poeta, muchos años editorialista del diario La Nación, actual miembro de la Academia Argentina de Periodismo, habló sobre “La Coartada Imperfecta” el profesor Sebastián Jorgi, también periodista y escritor quien aseguró que Graciela “Escribe con el cuerpo”. Una actriz amiga, María Isabel Cané, leyó uno de sus cuentos; una locutora amiga, Silvia Amarante, condujo el acto; su sobrino, Diego Licciardi, tocó en el piano, para deleite de todos, una música preciosa compuesta para ella. Cristina Pizarro, que le hizo el prólogo a “Luz de Fondo” junto a otro amigo, Gustavo Tisocco, joven médico- escritor, hablaron de este libro y su trascendencia y la propia Graciela y otro joven amigo y locutor, Luis Sarnachiaro dijeron los versos que completaron el acto. Las tapas de los libros fueron realizados por Margaret Collazo y Jorge Sposari.

Graciela dice que la metáfora, la perífrasis, el oxímoron de contenido, la anáfora, el sinécdoque y qué sé yo no le interesan. Sin embargo, asegura que “la vida es una infinita y abominable sorpresa constante” que no es cierto que el infierno “son los otros” como decía Sartre, y que el misterio existe. Dice que es “ un animal cuya voracidad es totalmente transgresora”, que quiere llegar al hueso de las cosas, de cada una que se le presente. Y lo hace cómplice al lector de sus desvelos “ la escritura te tiene a vos”, le dice y agrega que es él quien la desvela cuando la palabra perfora los sentidos, te despierta por las noches y escribís, sin remedio, y es él el que quedará para siempre involucrado con ella y la palabra. Y acusa el porteño dolor en Cromagnon, el universal dolor en el aborto, en la muerte, en la vida, en cada palabra que elige para contarnos sus ideas, milagros, circunstancias, vivencias, memorias.

Con el verso, se regodea. “ Ciega de besos quedó mi boca/ quebrada voluntad / se fue en acecho”.

“Todo un poema de colores /tras la casa vieja de los versos/ tu voz un jarabe que me alienta/ y lame mis aullidos íntimos / pasto verde de mi pubis/ rojo labio en carne viva/”.

… cierro la puerta y no escucho/ las voces que me claman/ se acabó el tiempo/ a los costados del deseo.”

Ella, Graciela, va ya por el séptimo libro, y siempre grita” Soy la que escribe”, “ Soy poeta” “Abordar la escritura es penetrar a la vida con una mirada especial.” Ella enarbola esa vida en un erotismo existencial, si cabe decirlo. Se eleva y repta. Y como dice Cristina Pizarro “ reptar es bajar al fondo y aplastar el deseo. Lo ígneo se destaca, vive y muere en la petit mort. Entre la luz y la sombra vamos siendo para la muerte” Y se pregunta “ ¿Acaso será la palabra la que posterga nuestra muerte?” . Y Cristina también es su amiga.

Graciela rescata la vida desde lo más profundo, desde la esperanza de ser, aunque transite la angustia existencial, el deseo, el éxtasis, los miedos, la orfandad, ella eligió la voz, que al decir de Roland Barthes, es el grano que despunta el Amor. Es la sutil forma con que nos cautiva el enamorado. Es la que rescata de la iniquidad, la que da la fe, la del Génesis, la primera, la que nos dijo Sea y fuimos.

Sebastián Jorgi (Profesor de Literatura – Dramaturgo – Escritor)