La contradicción humana, la lucha interior más profunda se entabla en un despojado escenario que acompaña la angustiosa soledad de la protagonista, enhebrada en los sonidos que forman parte de la escenografía.
La angustia se apodera del espectador que accede al batallar, sin pausa, durante 60 minutos (unos 60 minutos en donde también siente que se le prohíbe llorar) que no consiguen la respuesta que se abre en el interior de cada uno, a modo de grito, o de súplica, o de oración.