Roberto Ferro
El ojo atraviesa el obsceno hueco, la piel blanca de la hoja que exhibe, plural, las cintas de cuero negro que trazan y parcelan su territorio de deseo; cada maniobra de cercanía es nueva; el presente del sentido no se presenta como tal, más que diciéndose a sí mismo como el pliegue que deslinda la sutura, el encuentro es también un rodeo, desvío, cada simiente se dispersa, cada injerto que insemina es antes diseminación, el término de la unión engendra dividiéndose, proliferando.
…El ojo y la letra hacen el poema, el ojo y la letra tejen un monograma irrepetible, antes de trazar el laberinto ya están en su interior, mientras tanto se mueven en maniobras incesantes, buscan no soñar con falsas alas, retienen la lectura en el delirio, difiriendo el final, no se ilusionan con el retorno, están uno en el otro, entonces saben que nada es para siempre. La marea borra el borde, se lleva las ilusorias permanencias; los poemas de Graciela Licciardi entregan junto con su pequeña muerte, la insistencia del retorno…
Roberto Ferro (escritor – Doctor en Letras – Ensayista) (1998)